La viticultura en la península ibérica se remonta a miles de años. Se cree que fueron los fenicios quienes trajeron consigo las primeras cepas. Sin embargo existen evidencias arqueológicas de que la Vitis Vinifera se cultiva antes de que esta cultura llegara a las costas gaditanas, unos 4000 años antes de Cristo.
Lo que no podemos discutir es que bajo el dominio del Imperio Romano es cuando florece la viticultura en la Hispania. Pero desde entonces ha llovido mucho y hoy día España es el país con el mayor viñedo del mundo, con 1,2 millones de hectáreas cultivadas, el 15% del cultivo mundial de la vid. No obstante, España no es el primer productor de vino y está por detrás de Francia e Italia. Esto se debe a las condiciones climatológicas y geológicas de la península. Un clima seco y un suelo pobre hacen que la densidad de plantación sea muy baja.
Es después de la Guerra Civil, que España comienza a vivir un largo periodo de relativa calma política y social, cuando el vino español comienza a ganar en calidad. Se establecen las principales Denominaciones de Origen que crean normativas de calidad para sus productos.
CATEGORÍAS DE VINOS ESPAÑOLES. Según la normativa europea los vinos se clasifican en 3 categorías:
Vino de Mesa: Entre los que se pueden encontrar todos los vinos producidos en España y que no quieran o no puedan acogerse a ninguna otra mención oficial. En cuanto a calidad son supuestamente los últimos de la lista.
Indicación Geográfica Protegida: En esta categoría están los Vinos de la Tierra y son productos que poseen un origen geográfico determinado cuya calidad o reputación son reconocidos.
Vinos de Calidad Producidos en una Región Determinada (VQPRD): En esta categoría están los Vinos de Pago (VP), Denominación de Origen Calificada (DOCa), Denominación de Origen (DO) y Vinos de Calidad con Indicación Geográfica (VC).
Los más comunes, los que normalmente encontramos en las tiendas y restaurantes, son los vinos con Denominación de Origen y los Vinos de la Tierra. La diferencia que existe entre un Vino de la Tierra y un vino con Denominación de Origen es que el primero puede pertenecer a una región determinada sin tener en cuenta condiciones de microclima o variedades autorizadas. Abarcan un territorio amplio y heterogéneo, que está enmarcado dentro de una zona histórica o tradicional. Una Denominación de Origen lo que trata es de aunar condiciones atmosféricas y culturales que dan tipicidad a algún producto, en este caso al vino.
Una DO tiene leyes mucho más rigurosas en cuanto a sistemas de producción y cultivo, controla desde el rendimiento de una parcela, o cuantos kilos de uva puede producir como máximo una hectárea, hasta los tiempos mínimos de crianza en un tonel de madera.
Un Vino de la Tierra puede ser producido dentro de un territorio con DO. Si por ejemplo una bodega situada en el municipio de Roa, que está en la Denominación de Origen Ribera del Duero, elabora vino con la variedad Syrah no puede ser etiquetado como Ribera del Duero porque esa variedad no está autorizada por este Consejo Regulador, y tendrá que llevar en su etiqueta Vino de la Tierra de Castilla y León.
En la práctica vemos que existen buenísimos vinos tanto entre los Vinos de la Tierra como entre los de Denominación de Origen, y estas menciones tampoco son entonces necesariamente determinantes de calidad.
Un detalle importante es que los Vinos de la Tierra no llevan en su etiqueta las palabras Crianza, Reserva o Gran Reserva.
Los Vinos de Pago están en lo que sería la cúspide de la pirámide de estas menciones. Son vinos que provienen de ciertas parcelas bien definidas con características únicas que los diferencian y distinguen de su entorno y son elaborados en una bodega que está justo junto al viñedo. Existen 14 Vinos de Pago actualmente en España.
JOVEN, CRIANZA, RESERVA, GRAN RESERVA.
Comúnmente la gente cree que estas menciones son sinónimos de calidad, cuando solo son menciones que hacen referencias a estilos de vino. Es decir, un vino Joven es un vino con ciertas características que no encontraremos en un Crianza, por ejemplo. Es un producto especial, único, y con matices bien definidos, pero en ningún caso es necesariamente “peor” vino que un Crianza. Este vino es, por lo general, del año o no tuvo un tiempo de crianza que se ajuste a los parámetros de la DO a la que corresponda.Cuando vemos en una etiqueta la palabra Crianza estamos frente a un vino que tuvo una crianza de 24 meses en total, que dependiendo de la zona de producción, fue almacenado en depósitos de madera, generalmente barrica de roble, por un tiempo de entre 6 y 12 meses. Este proceso ayudará a que el vino tenga una vida de guarda media. Normalmente duran de entre 5 a 10 años.
Los vinos de Reserva son vinos de un buen potencial para la guarda y pueden aguantar embotellados periodos de tiempo más largos, siempre y cuando las condiciones de la guarda sean óptimas. Tendrán un tiempo mínimo de crianza de 36 meses, de los cuales 12 serán en recipientes de madera.
Y los de Gran Reserva son los que deberían durar más tiempo. Estos son vinos excepcionales que tienen un potencial muy alto. No son muy frecuentes, ni los tienen todas las bodegas. Antes de que un Gran Reserva salga al mercado estará como mínimo 5 años en la bodega, de los cuales por lo menos pasará 18 meses en un tonel.
Como vemos, lo que califica a un vino como Crianza o Reserva es solo su tiempo de maduración en un tonel de madera y en su posterior afinado en botella. Y así ocurre con todas las demás menciones oficiales. Como dijimos, en ningún caso es una mención de calidad; es una herramienta orientativa para que el consumidor sepa qué estilo de vino está comprando. Y si se diera el caso, saber si lo puede guardar en su cava o lo tendrá que consumir en breve.
Hoy en día podemos encontrar grandísimos vinos que a lo mejor estuvieron 11 meses en barrica y 3 en botella, o sea, un periodo de tiempo que no se ajusta al mínimo legal establecido, y que no pueden ser etiquetados como Crianza y llevan la contra etiqueta de la Denominación de Origen correspondiente al Vino Joven, aunque son vinos de guarda, que no tienen porqué ser de inferior calidad que otros vinos que presenten en su etiqueta la palabra Crianza.
“El vino es la única obra de arte que se puede beber”, dice Luís Fernando Oliverri, y como artista al elaborador no se lo puede coartar. Creo que la etiqueta del vino español está pensada para orientar al consumidor en todo momento y fue necesaria y prudente para impulsar la elaboración de vino de calidad en uno de los países con las mejores condiciones medioambientales para la viticultura.
Pero actualmente ciertas normativas legales, antes que guiar, confunden al consumidor y desvían la atención hacia el paspartú dejando atrás, en un segundo plano, la pintura. Por eso, si estás frente a un vino que no responde a ninguna de estas normativas, antes de juzgar, lo mejor es que abras la botella y que pruebes el vino, que no te cortes: hay un mundo infinito de posibilidades y matices dentro del vino español que seguro te van a sorprender. No te limites a las zonas tradicionales de producción, hay buen vino en todas y cada una de las regiones de España, así qué lanzate y dale un homenaje a tus sentidos.
¡Salud!
FUENTE: Augusto Daniel Román / www.parawine.com