Noches calurosas, divertidas y apasionadas. Con la efervescencia de quien se sabe de vacaciones o que pronto va a estarlo. Noches que se alargan y en las que aguarda el relax que gobierna el verano. Y con todos esos mimbres nos toca elegir el vino para una cena, y acertar con la mejor propuesta, ya sea para nosotros, para la pareja o para compartir entre amigos. Independientemente del maridaje del que daremos unas notas, necesitamos unos vinos refrescantes, alegres, ligeros y frescos. Entre la amplia gama que existen, lo mejor son los blancos y rosados. Si apostamos por un tinto que sea joven. Los cavas y dulces moscatel suenan de lujo en cualquier noche veraniega.Independientemente de la climatología y del estado de ánimo, que son bastante decisivos en esta época del año, a la hora de elegir el vino debemos tener en cuenta también el tipo de cena que vamos a hacer. Normalmente son cenas ligeras y frugales, nada copiosas, por lo que los caldos que tomemos deben ser suaves. De esta forma acertaremos con el paladar, y también con el estómago, ya que un vino más denso podría estropearnos la noche al ser demasiado intenso en comparación con los alimentos ingeridos. Los afrutados van muy bien, sea cuál sea, el tipo de uva que lleve.
Para empezar y antes de elegir el vino, es imprescindible para combatir el calor del verano, servirlo con la temperatura que requiere. Para ello, debemos tener siempre a mano una cubitera con agua y hielo. Ésta será nuestra gran aliada durante la noche.
Por ejemplo, la temperatura ideal para beber un rosado oscila entre 14 y 16 grados, más fresco que el tinto, y es perfecto tanto para el aperitivo como los primeros ya sea carne, pescado o pasta.
El blanco, tal vez por la calidad de esta gama vitivinícola, es el más acertado. Debe estar a una temperatura que ronde los 8 y 10 grados, y si lo enfriamos demasiado corremos el riesgo de que pierda su aroma y sabor. Va muy bien con los pescados, mariscos, ahumados y ensaladas. Estos vinos son más ligeros, afrutados y presentan unos matices muy interesantes al paladar que combinan a la perfección con cualquier alimento estival. Son refrescantes y muy placenteros. Ayudan a hacer mejor la digestión.
Si queremos que sea tinto, es mejor elegir aquellos que son jóvenes, es decir, los que no han envejecido en barrica. Lo tomamos a una temperatura de entre 15 y 15 grados. Son óptimos para acompañar embutidos o paté.