La recogida selectiva de residuos comenzó en Roma, prueba de ello es el monte Testaccio, una colina artificial de una altura de 50 metros y una base de 22.000 metros cuadrados construida con los restos de 25 millones de ánforas en las que se transportaba el aceite de oliva desde Hispania hasta la urbe.
En la imagen de cabecera se puede observar detalle del suelo del Monte Testaccio, en la actualidad cubierto de vegetación. La mayor parte de estas ánforas provenían de la provincia hispánica Bética y se utilizaban para almacenar aceite de oliva. Autor: Steve browne & John Verkleir.
La producción de las ánforas era sencilla, las asas ayudaban en su manejo y eran fáciles de transportar en los barcos -las bodegas se cubrían con arena y en ella se enterraban parcialmente la parte cónica inferior-. Así que, en Grecia y Roma se convirtieron en los recipientes habituales para el transporte de los líquidos más preciados: vino y aceite de oliva. Entonces, ¿por qué y cuándo los romanos dejaron a un lado las ánforas de barro y adoptaron los barriles de roble?
Si para el transporte naval las ánforas eran el recipiente adecuado, para el transporte terrestre su forma no facilitaba el traslado en carros. Sería a mediados del siglo I a.C. cuando la República romana sometió la Galia, y los invasores conocieron la forma en la que los galos almacenaban y transportaban la cerveza… en barriles de roble. Las legiones romanas fueron las primeras en adoptar las barricas de roble para transportar el vino que les acompañaba en sus múltiples expediciones de conquista, abandonando las incómodas ánforas.
Ánforas romanas. Museo Vivanco de la Cultura del Vino. Briones, España.
Aunque hoy en día el uso del roble francés o americano para el envejecimiento de los vinos es lo habitual por las características y particularidades de la madera, en esta época la elección del roble no tenía que ver con los métodos de elaboración y crianza sino con la abundancia de estos árboles en Europa y porque su madera se puede doblar relativamente fácil para construir los barriles.
Siguiendo el ejemplo del ejército, los comerciantes de Roma adoptaron rápidamente los barriles de madera en lugar de ánforas: eran más resistentes que la arcilla, pesaban menos y se podían mover con menos esfuerzo haciéndolos rodar. Además, a diferencia de la arcilla, los barriles de madera permiten la oxidación y aportan sabores, olores y matices. De esta forma, comprobaron que los vinos enviados a largas distancias en los barriles de roble mejoraban cuando llegaban a su destino.
Así que, si los barriles de roble comenzaron a utilizarse por la facilidad en el transporte y por la cantidad de la madera, hoy tienen que ver con el olor y el sabor que aportan al vino.