Estas son las características que tanto gustan a los consumidores de vino blanco de todo el planeta.
Una de las ventajas del vino blanco, frente al tinto, es su gran 'don' para la ubicuidad. La versatilidad del vino blanco le permite estar presente en casi cualquier situación. Y, aunque se trata de algo probablemente psicosomático –no existe ningún motivo para hacer lo mismo con un vino tinto- lo cierto es que el vino blanco, en este sentido, se parece más a la cerveza, y es mucho menos restrictivo que el tinto en cuanto a su consumo.
Tanto es así, que en los últimos años el vino blanco ha pasado de ser un "vino menor" a presentar el mayor incremento de consumo en todo el planeta. En España la demanda de vino blanco es actualmente superior a la de vino tinto, tal es así, que denominaciones de origen tradicionalmente "tintas" como Rioja, se han volcado en una campaña para que las bodegas produzcan blancos y puedan hacer frente a esta gran demanda comercial.
Te puedes tomar un vino blanco en cualquier momento, sólo sin comida, con tentempiés más ligeros, con comidas fuertes, con carne y pescado, con guisos y ensaladas, con los aperitivos, con el postre, en los cócteles, en las fiestas, en días calurosos, en días fríos, en una cita romántica, en navidades, ...
Muchos son los factores que inciden en esta versatilidad del blanco, sus sabores delicados, su suave acidez o su capacidad para servirse a diferentes temperaturas, son algunos de estos motivos. Sin entrar en este artículo en la última moda de colorear los vinos blancos de azul o rosa, mediante colorantes naturales, pese a ser algo imposible de realizar en los tintos.
En cuanto a la temperatura, aunque el vino blanco se suele servir fresco –no helado- también es cierto que cada vez más se diseñan vinos blancos que permiten temperaturas de consumo más elevadas, próximas a los tintos, que permiten disfrutar de nuevos sabores y armonías culinarias.
En todo caso, lo que nunca se debe hacer es servir el vino blanco demasiado frío. En general, la mayoría de blancos (secos tranquilos) no debe bajar de los 6-8 ºC, si son espumosos se puede enfriar un par de grados más.
Muchos sirven los vinos blancos demasiado fríos lo que provoca que la boca pierda sensibilidad y se pierdan sabores. Además el frío evita la volatilización de sustancias y por tanto el vino muy frío perderá también aromas o simplemente no olerá a nada. Si eres de los que le gusta tomar el vino blanco muy frío, te proponemos que trates de probarlo un poco menos frío en algún momento, te apuesto a que descubrirás que tiene más sabor de lo que pensabas.
Por otro lado, la clasificación de los vinos blancos es otro de los factores de su gran versatilidad. Podemos encontrarnos con un vino blanco tranquilo seco, pero también con un blanco espumoso dulce, algo difícil de ver en los tintos.
Para poder hacer una clasificación un poco más rigurosa de toda esta gama de blancos hemos acudido a una bodega especializada en la elaboración de estos vinos.
En una primera aproximación, los vinos blancos se suelen dividir en dos categorías principales: por sus burbujas y por su azúcar.
Los vinos blancos tranquilos son aquellos que no tienen burbujas, es decir que no presentan gas carbónico. Cabe destacar que algunos vinos tranquilos presentan pequeñas burbujas prácticamente inapreciables, producto de pequeñas fermentaciones en botella, sin que ello les haga perder la condición de vinos tranquilos.
Si los vinos tienen burbujas, es decir presencia de gas carbónico, como el Champagne, el Cava o el Prosseco, hablamos entonces de vinos blancos espumosos. Existen en este grupo además vinos con una menor presencia de gas carbónico que denominamos vinos de aguja y vinos de perlas.
En cuanto al azúcar, los vinos tranquilos se pueden clasificar en 'secos', si tienen una baja concentración de azúcar con menos de 5 gramos por litro, 'semisecos' si presentan menos de 30 gramos por litro de vino. Los 'semidulces', que son aquello con menos de 50 gramos/litro de azúcar, y los vinos blancos 'dulces' con más de 50 gramos de azúcar.
Si se trata de vinos espumoso, la clasificación del azúcar presente en el vino presenta algunas diferencias. Así, se denomina 'brut nature' a los espumosos con menos de 3 gramos de azúcar por litro, el 'extra brut' presenta menos de 6 gramos, el 'brut' menos de 15 gramos, el 'extra seco' tiene menos de 17 gramos, el 'seco' menos de 30, el 'semiseco' menos de 50 gramos y el vino espumoso blanco 'dulce' presenta concentraciones superiores a los 50 gramos de azúcar por litro.
De manera complementaria a esta clasificación de los vinos que acabamos de ver, debemos añadir la edad o envejecimiento del vino blanco.
Así tendríamos los 'vinos jóvenes', que es aquel vino ligero y fresco –se denomina fresco porque presenta una acidez ligeramente superior a los siguientes-, que se embotella sin ningún tipo de crianza, una vez están acabados.
Los vinos 'blancos con crianza' que, tras acabarse, permanecen en los depósitos un tiempo variable –desde algunos meses hasta años- en función del tipo de vino que se quiere sacar al mercado.
Los vinos 'blancos con crianza en barricas' que son aquellos que, al igual que los anteriores, se comenten a envejecimiento pero en barricas de madera que además de aportar las características propias de la maduración añaden los matices de la madera que aporta sabores propios al vino. Son vinos cada vez más demandados que ofrecen matices complejos y por tanto una versatilidad en cuanto al maridaje muy amplia.
Por último, a todos estos tipos de vinos blancos que hemos visto, habría que añadir una variable fundamental a la hora de marcar el carácter de un vino blanco: las variedades.
Las variedades de uvas marcarán tanto la tipología de vino que se va a elaborar como el propio método de elaboración, debido a que cada variedad responde mejor a una u otra forma de elaboración. Asimismo cada variedad ofrece sus mejores características en aquellas regiones de las que son autóctonas. Existen multitud de variedades para vinos blancos, algunas de las más populares (en orden alfabético) son: Airén, Albariño, Auxerrois blanc, Chardonnay, Chenin blanc, Gewürztraminer, Moscatel, Pinot blanc, Riesling, Sauvignon blanc, Semillón, Treixadura y Viura.