¿En qué consiste el proceso de crianza del vino?
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La crianza es el proceso controlado de envejecimiento y maduración de un vino que ya se encuentra elaborado. Durante esta transformación el caldo obtiene unas características distintas que le dan estructura y complejidad.
Dos fases son las encargadas de hacerlo posible: la fase oxidativa (en la barrica de madera) y la fase reductora (en la botella):
- Crianza en madera de roble (americano o francés). En esta fase pequeñas cantidades de oxígeno penetran en el recipiente lo que hace que la estructura química de muchos componentes del vino se modifiquen. Durante el proceso, la madera transmite sustancias como los taninos, que añaden complejidad al sabor, y aldehídos, que intervienen en su aroma. Además, la oxidación destruye los antocianos, responsables del color del vino en su origen. Las barricas, las más utilizadas son las bordalesas (Burdeos), se colocan en hileras en espacios excavados o semiexcavados, bajo unas condiciones climatológicas que favorecen la adecuada microoxidación. Pasados 6 meses el vino se trasiega a otra barrica con la intención de airearlo y separarlo de los residuos del fondo. El traslado del caldo a la botella supone el inicio de la segunda fase o fase reductiva (sin oxígeno).
- Crianza en botella: Las botellas permanecen en naves protegidas de cambios bruscos de temperatura, colocadas en posición horizontal para que el caldo esté en contacto con el corcho. En este fase, aparecen los aromas terciarios, los taninos desaparecen y la astringencia del vino se reduce, obteniéndose un caldo más fino y elegante. La crianza, que puede alargarse muchos años, finaliza cuando se considera que el vino ya está listo para presentarse en el mercado.