La Denominacion de Origen Controlada
La Denominación de Origen Controlada une a un producto con su origen geográfico y lo somete a reglas de producción y elaboración. Los productos reconocidos en AOC son la expresión de un vínculo íntimo entre una producción y un terruño, todo ello aplicado y perpetuado por los conocimientos técnicos de los hombres.
Las reglas de una AOC van mucho más allá de una delimitación geográfica y conciernen a cada etapa de la producción. El Instituto Nacional del Origen y la Calidad, el INAO, es el garante de la noción de AOC. Es el terruño tomado en sentido amplio, es decir, integrando los componentes geográficos, pedológicos, climáticos, técnicos y humanos, que confiere al producto su personalidad. Hay un conjunto de reglas que se tienen que respetar, fijando la AOC el conjunto de las condiciones de producción que definen la identidad de este producto, como son las reglas de plantación, reglas de viticultura, reglas de vendimia, reglas de prensado, reglas de procesos de elaboración. Las reglas de la AOC Champagne son muy rigurosas, como puede ser delimitar una zona, autorizar los tipos de cepas, la limitación de rendimientos de producción por hectárea, graduación de los alcoholes,etc.
Los comienzos del Champagne
Hoy en día mundialmente conocida, la denominación Champagne no se creó en un día. Su historia se remonta a varios siglos y es rica de múltiples aventuras.Todo comienza por un terruño, tan particular, que engendró el más original de los vinos gracias al talento de hombres que supieron expresar la delicada tipicidad y sublimarla por la efervescencia. La originalidad se volvió muy rápidamente famosa, también en este caso por el impulso de pioneros que dieron a conocer este vino de excepción a los aficionados iluminados del mundo entero. A principios del siglo XX, el Champagne ya tenía la fuerza de un mito. Los productores de Champagne decidieron protegerlo fijando un área estrictamente delimitada y reglas comunes de producción, que se tradujeron en el reconocimiento de la Denominación de Origen Controlada (AOC) Champagne. Desde entonces, los vignerons y maisons de Champagne, unidos en el marco del Comité Champagne, no cesan de desarrollar esta herencia y de compartir con el mayor número posible los valores de su prestigiosa Denominación. En el origen de la denominación Champagne, se encuentra el mito Champagne. Es el resultado de la conjunción de tres activos muy reales. En primer lugar la originalidad de su terreno que confiere a sus vinos un tipicidad exclusiva. Luego, la ingeniosidad de los productores de Champagne que supieron elegir y dominar la efervescencia. Por último, el talento del que hicieron prueba para desarrollar su renombre mundial y su estatuto elitista. Grandes aficionados de los vinos, los Romanos eran expertos en el cultivo de la vid. Supieron situar las cuestas más propicias a la vid, elegir los suelos bien drenados, los terrenos expuestos al sol y adaptar cepas resistentes al rigor del clima. Los obispos sucedieron a los patricios romanos. El arzobispo de Reims, así como las grandes Abadías de Hautvillers, Saint-Thierry, Reims (Saint Remi) y Saint Nicaise) eran propietarios vitícolas importantes. Los métodos culturales y los conocimientos técnicos de vinificación se forjaron sobre sus dominios. En la Edad Media, los vinos de Champagne presentan naturalmente una efervescencia ligera y efímera, a causa de la fermentación incompleta del mosto. Tintos muy claros o blancos, su identidad ya está muy marcada: vivos, ligeros, claretes, poco azucarados, tienen la tipicidad muy particular que les confiere la septentrionalidad del viñedo combinado con el carácter cretáceo del subsuelo. La vid plantada “en masa” requería numerosas tareas que daban ritmo el año vitícola. La poda ya se consideraba como el acto fundador de la viticultura, la pequeña podadera el símbolo del oficio.
El Champagne y el desarrollo sostenible
Producir con el mayor respeto del medio ambiente es un deber para una denominación de origen controlada de gran notoriedad. Esta preocupación, ya antigua, se ha reforzado desde hace unos quince años y se inscribe en un objetivo de desarrollo sostenible de nuestras actividades. Existen hoy por hoy una serie de desafíos que son considerados como prioritarios por la profesión. Por lo tanto, se estableció un sistema de management medioambiental “de la empresa Champagne” que se inspira en los métodos reconocidos a nivel internacional, para lograr los objetivos fijados en el marco de una política medioambiental establecida a nivel interprofesional.
El análisis medioambiental del conjunto del sector Champagne, realizado a principio de los años 2000, puso de relieve cuatro desafíos mayores:
+ El control de los daños y riesgos vinculados, en particular, con la utilización de insumos.
+ La conservación y valorización de los terrenos, de la biodiversidad y de los paisajes.
+ La gestión responsable del agua, los efluentes, los subproductos y los residuos.
+ El desafío energético y climático.
EL CHAMPAGNE.
Los vinos de Champagne se producen, cosechan y elaboran completamente en el área delimitada de Champagne en Francia. La uva que sirve para la elaboración de los vinos de Champagne tiene características únicas en el mundo provenientes de una situación geográfica específica, de un suelo específico y de un clima específico. Los vinos son elaborados por fermentación natural en botella según una reglamentación específica que regula todas las fases de la producción y que constituye el pliego de condiciones de la denominación Champagne. Como reglas principales tienen que emplear exclusivamente las variedades de cepas: Chardonnay, Pinot noir, Meunier. La poda corta, sistema Royat, Chablis, Guyot. El rendimiento máximo en uvas por hectárea se define también así como el rendimiento máximo en el prensado, será de 102 litros por 160 kilos de uvas. Además cada año se fija una graduación mínima y la conservación en botella será de un mínimo de 15 meses antes de la expedición.
Diversidad de los vinos de Champagne
Crus, cepas, años, dosificación… expresan la diversidad de los vinos de Champagne; esta diversidad de los vinos es grande ya que las opciones que se ofrecen al elaborador son muy variadas. El "cru", que corresponde a un municipio vitícola, es la combinación particular de una cepa, de un terruño y de un clima. Existen 320 crus y 278.000 parcelas de identidades específicas. Las cepas de Champagne tienen caracteres propios que evolucionan de forma diferente y se expresan según los terruños. El carácter de un vino siempre se acentúa en el caso de un ensamblaje donde se encuentra una única cepa, un blanc de blancs sólo ensambla las uvas blancas. Un blanc de noirs sólo ensambla las uvas negras de la pinot noir y/o de la pinot meunier. En Champagne, la tradición dicta que se ensamblen vinos de varios años. Durante el ensamblaje, el elaborador crea la armonía que corresponde a su visión del Champagne gracias a la diversidad de vinos de los que dispone: diversidad de crus, de cepas pero también de años. El ensamblaje llamado “sin añada” permite así la expresión y la perpetuación de un estilo propio de una marca. A veces, los vinos ensamblados son el resultado de un solo y mismo año, llamado “millésime” o añada. La selección de dar una añada a su vino pertenece únicamente al elaborador si decide que la tipicidad de la vendimia merece ser magnificada. Por lo tanto, un Champagne con añada será siempre un vino de carácter marcado por su año.
El terruño de Champagne
Los tres componentes principales del terruño de Champagne son el clima, suelo y subsuelo y el relieve, que crean una combinación específica, un mosaico de micro-terruños de características únicas, de las que sacan el mejor partido los conocimientos técnicos de los 15000 viticultores de Champagne. Aunque la reputación de los vinos de Champagne está hoy en día establecida mundialmente, el terruño del que provienen es poco conocido. Sin embargo, la existencia del viñedo de Champagne se remonta a principios de nuestra era y una denominación de origen definió sus límites a partir de 1927. Su posición geográfica septentrional, sus condiciones climáticas duras, las particularidades de su subsuelo y su implantación en laderas lo convierten en un terruño totalmente original, que proporciona a los vinos de Champagne su inimitable tipicidad. La composición del subsuelo es en su mayoría calcárea. Los sedimentos aflorantes también son calcáreos al 75% (tizas, margas y calizas propiamente dichas). Este tipo de subsuelo favorece el drenaje de los suelos y, gustativamente, la mineralidad muy particular de algunos vinos de Champagne. La tiza de Champagne está formada por gránulos de calcita provenientes de esqueletos de microorganismos marinos (cocolitos) y caracterizada por la presencia de fósiles de belemnitas (moluscos de la era secundaria). Su fuerte porosidad la convierte en un verdadero depósito de agua (300 a 400 litros por m3) que garantiza a la planta una alimentación de agua suficiente, incluso durante los veranos más secos. La tiza retiene el agua por capilaridad. La vid debe por lo tanto forzar para absorberla, lo que provoca una tensión hídrica moderada durante la temporada vegetativa que favorece el equilibrio entre los distintos ácidos de la fruta, el azúcar y los precursores de aromas que se revelará en el futuro vino.
El Champagne espumoso
El mito Champagne despegará con el tercer golpe de ingenio de los productores de Champagne, el control de la efervescencia. Originalmente, habría existido una vinificación local en espumosos, la «tocane» d’Aÿ. Era un vino fermentado tradicional cuya acidez era temible, pero que experimentó un verdadero éxito hacia 1675. Este entusiasmo habría conducido a un número creciente de casas a tratar una parte de sus vinos en espumosos, sin saber realmente en esta época cómo provocar y luego conducir la subida de la espuma. Se descubre entonces que el vino espuma cuando se pone en botellas desde la cosecha hasta el mes de mayo. Durante un período de transición que dura hasta los años 1730, “el espumado” aún se controla mal y está reservado a vinos ácidos, blancs de blancs cuya fermentación natural era mucho más marcada. Luego, a fuerza de observación, se descubrió que también se podían hacer espumar los vinos grises, trasegándolos en botellas en la primera luna del mes de marzo que seguía a la cosecha. Esta efervescencia de los primeros tiempos, no estaba controlada, era muy variable y causaba numerosas pérdidas. Fue necesario crear botellas con un vidrio más grueso, capaces de resistir fuertes presiones. Luego remplazar los tapones de madera por tapones de corcho para evitar las pérdidas de presión o de vino. Y desde 1730, la búsqueda de la mejora de la formación de la espuma no cesó.