La cata es un ejercicio intelectual que requiere conocimiento y práctica. Su desconocimiento no justifica su desconsideración, menoscabo y mucho menos burla (más bien lo contrario). Aprender a catar, por tanto, requiere de un ejercicio consciente, instructivo que forma para de la cultura y la sabiduría.
De hecho el desconocimiento de la mayor parte de las personas a la hora de utilizar los sentidos que menos ejercitan se hace patente en el día a día cuando se oyen expresiones tan vagas e imprecisas como "sabe bien", "está bueno", "está fuerte",... en estos casos, la falta de riqueza en el léxico y, en definitiva, en la comunicación a la hora de describir sensaciones, dejan en evidencia la inexperiencia del interlocutor.
Lo primero que necesitamos para conocer el arte de la cata es curiosidad y ganas de aprender, lo siguiente es probar muchos vinos diferentes. Con el fin de conocer a fondo este tema hemos consultado a los especialistas de Compra-Vino.com, un portal especializado en seleccionar muy bien sus vinos antes de ofrecerlos a sus consumidores.
En un primer momento podemos definir la cata como un conjunto de técnicas destinadas a valorar un vino a través de nuestros sentidos, no es más que un proceso a través del cual utilizamos la vista, tacto, olor, gusto y oído para analizar un producto y sacar una conclusión.
Dicho en pocas palabras, no es más que "probar con mucha atención" (beber es un acto involuntario y hedonista, mientras que catar es un acto voluntario y reflexivo).
El catador, por tanto, sería aquella persona que pone en práctica el ejercicio de la cata, bien profesionalmente (un sumiller en su restaurante, o un periodista en su redacción, por ejemplo), bien de manera amateur (en casa, con amigos,...). Los expertos y profesionales lo son desde el momento en que han aprendido técnicas para sistematizar y potenciar al máximo sus facultades y han desarrollado una gran experiencia práctica, siendo ambas cosas de gran ayuda para evitar errores y captar más sensaciones.
En contra de lo que pueda parecer, no es una práctica difícil en sí, ni tampoco requiere de un profundo aprendizaje didáctico. Lo único que se necesita es dedicación y ejercicio. Es decir lo realmente complicado de aprender a catar vinos es adquirir la experiencia tras haber catado vinos de todo tipo y procedencia para educar a nuestro cerebro en el recuerdo de sensaciones, así como dominar el lenguaje y vocabulario de cata.
Precisamente por esto, para catar no hay que tener ninguna habilidad especial; prácticamente todos somos capaces de ver, oler y saborear, por lo que todos podemos catar.
El proceso de aprendizaje de la cata de vinos requiere de tres partes: inputs, análisis, outputs.
1. Inputs: La percepción
El vino está compuesto de más de 300 sustancias. Muchas de ellas no somos capaces de percibir a través de nuestros sentidos, pero otras muchas sí.
Es en este momento cuando a través de la vista, olfato y gusto entramos en contacto con estas sustancias a través de un procedimiento normalizado (las conocidas como 3 fases de la cata).
2. Análisis
Una vez hemos captado el mayor número de sustancias, éstas provocan reacciones y estímulos sobre nuestros sentidos y lleguen a nuestro cerebro donde son asimiladas, procesadas, clasificadas y guardadas para recordarlas en posteriores ocasiones.
3. Outputs: La síntesis
Es la parte más delicada de todo el proceso de aprendizaje, y donde surgen las mayores confrontaciones y controversias, principalmente porque se trata de un proceso subjetivo (se basa en percepciones personales) y la forma de exponer los resultados del análisis (vocabulario) puede diferir mucho de la opinión de otras personas.
Como vemos, el aprendizaje y práctica de la cata es por tanto, difícil de estandarizar y describir. El hecho es que las sensaciones no son medibles cuantitativamente, además, existen muchos condicionantes externos e internos que pueden alterar nuestra percepción y análisis.
Pero a pesar de estas dificultades y las discrepancias, si se siguen los tres pasos básicos y éstos se llevan a cabo de una forma determinada se pueden obtener con un poco de práctica resultados bastante aceptables y objetivos.
Precisamente por eso es importante conocer el proceso del aprendizaje de la cata para un aficionado, porque le permitirá no sólo probar el vino, sino exprimir al máximo sus sentidos para captar todos los caracteres, matices e incluso posibles defectos que tenga.