Jorge Martorell, un artista plástico tucumano, pinta sus lienzos utilizando Malbec, Syrah, Cabernet y Chardonnay, entre otros varietales.
¿Quién dijo que el vino es sólo para beber? También se utiliza como materia prima para pintar cuadros. Hay quienes prefieren un Cabernet, un Malbec, un Syrah o un Chardonnay para sus obras, antes que los tradicionales acrílicos. Es el caso del artista plástico tucumano Jorge Martorell, quien ya expuso su colección en Buenos Aires, París y Florencia.
La técnica que reemplaza al acrílico por el vino comenzó de forma accidental. Sin darse cuenta, Martorell apoyó la copa de vino que estaba bebiendo sobre la tela, y al verla manchada decidió que en lugar de empezar de nuevo quedaría como parte de la obra. Y no sólo eso: usaría vino tinto en sus siguientes cuadros.
Así, la "mancha de vino" se convirtió en protagonista. El tinto y su gesto, los chorreados, las improntas de copas, pasaron a invadir todas sus obras, desde el expresionismo y la figuración hasta el abstracto más sutil. Vino puro, vino adulterado o modificado químicamente, borras y tintas naturales. Esos son sus materiales de trabajo. Martorell usa todo tipo de vinos, cepas y variedades, desde vinos de alta gama, hasta los más cotidianos que se ven en las góndolas de supermercados. Los de botellas con etiquetas lacradas y los que vienen en tetra brick.
Entre pintura y pintura asegura que apenas se moja los labios. Y que el objetivo de usar vino es simplemente aprovechar sus comportamientos, sus cualidades acuareladas y también el abanico de colores posibles en su oxidación: rojos, rubíes, morados, grises, azulados, violáceos, pardos, marrones... o los blancos y espumantes, con sus tonos de ámbares a naranjas.
El proceso de pintar con vino es de prueba y error, dice. Intuitivo, experimental. Le sigue el momento de explorar colores y forzar el comportamiento del vino, que naturalmente se oxida con el oxígeno. Durante ese proceso, para detener la oxidación, se utilizan barnizados y mezclas o reducciones (se añaden ácidos o azúcares), se incorporan acrílicos, tintas naturales u óxido de hierro. Martorell trabaja junto a un Licenciado en Enología, que lo asesora para lograr colores y texturas.
La música también está reflejada en sus obras: todas están basadas o se inspiran en tangos, en frases, en nombres emblemáticos: Uno, Tinta Roja, La última curda, Las vueltas de la vida, Déjame que llore, Me quedé mirándola, Rodando por Callao... y la lista sigue.
Y siguen además los materiales "nobles" que utiliza para innovar en las obras: no sólo vino tinto, blanco y espumante; también borras naturales, ácidos, cítricos y azúcar para obtener variaciones de colores. Y en la obra "Last tango in Paris", díptico en base a la composición del argentino Gato Barbieri de la película de Bertolucci, hasta se animó a incorporar una gota de sangre casi terminando el cuadro.