Los vinos pueden clasificarse de diversos modos: por su color (blancos, tintos, rosados), tipo de elaboración (espumosos, tranquilos, generosos,...), por su azúcar(secos, semisecos, dulces), por su edad (jóvenes, crianzas, reserva,...), y también por su consumo.
En este último sentido, un modo de clasificar los vinos al que se recurre con frecuencia distingue entre vinos de consumo anual y los vinos de guarda, en relación al momento en que puede consumirse el vino desde que lo adquirimos.
Los vinos de consumo anual, también se los conoce en ocasiones como "vinos del año", son aquellos para ser disfrutados en un tiempo relativamente breve, de no más de uno o a lo sumo dos años a partir de que salen al mercado.
Estos vinos mantienen su intensidad y su frescura por relativamente poco tiempo. Luego decaen abruptamente y en pocos meses pierden casi todas sus cualidades aromáticas.
Los vinos de guarda son aquellos que por el contrario pueden ser consumidos varios años, y en algunos casos hasta décadas, después de su puesta a la venta en el mercado.
Las características aromáticas y gustativas de estos vinos mejoran con el tiempo que pasan en botella hasta alcanzar un apogeo que se pueden mantener durante varios años. Luego comienzan una lenta y progresiva declinación.
Que un vino sea apto o no para la guarda depende de varios factores, principalmente las variedades de uvas utilizadas, el terruño, las particularidades del año y cosecha y las prácticas de viticultura y vinificación, deben favorecer una concentración y aromas y sabores compatibles con la guarda con una alta concentración de taninos en el caso de los vinos tintos, y una alta acidez en los vinos blancos.
Antes de comprar un vino, para conocer si éste es apto para su guarda, debemos consultar la etiqueta del mismo, habitualmente este dato se incluirá en la contraetiqueta y se indicará el periodo óptimo de consumo. Si el dato sobre su guarda no se incluye en la contraetiqueta se trata de un vino para su consumo inmediato. Tampoco está de más pedir la opinión de un experto para que nos oriente sobre su posible guarda en el momento de la compra.
Vinos jóvenes y vinos evolucionados
Una distinción que se suele hacer dentro de los vinos de guarda se refiere al carácter joven o evolucionado de los vinos.
Aquí nos referimos a las diferencias, en cuanto al consumo, que surgen de beber un mismo vino que tiene capacidad de guarda cuando es joven o cuando ha evolucionado.
Los vinos jóvenes se presentan a grandes rasgos con caracteres más propios de la uva y de la madera, en caso de haber sido criados en contacto con este material (barricas o tinos).
Los vinos evolucionados, también llamados "añejos", cuando envejecen armoniosamente presentan un carácter complejo que no siempre es fácil de describir pero que puede resultar muy interesante.
Durante la guarda los distintos compuestos que conforman el vino reaccionan entre si, se entremezclan y se fusionan. Los sabores y aromas del vino joven van desapareciendo para dar lugar a otros generalmente más complejos e impredecibles.
En los vinos jóvenes de alta carga tánica, los taninos se perciben firmes y astringentes. En los tintos evolucionados en cambio, los taninos se perciben mas amables, más suaves y sedosos y menos astringentes.
El color nos permite estimar a simple vista el estado de evolución de un vino. Los tintos jóvenes presentan a grandes rasgos un color rojo o morado vivo e intenso con bordes azulados o violáceos. Al evolucionar pasan al rojo pálido y amarronado con bordes amarillentos o anaranjados.
Los vinos blancos jóvenes suelen mostrar un color entre amarillo pálido y amarillo con reflejos verdosos. Al envejecer pasan al amarillo oscuro e intenso con reflejos dorados y eventualmente a tonos ambarinos.